Y se revierte la situación. ¿O es una ilusión?
Oigo el cantar del pajarito en el fin de madrugada,
Oigo el titilar de su suave corazón,
Siento sus ojos en la noche, calmos,
cual los leves vientos de un estío en luto,
y en apacible esplendor canto en el silente de su mirar.
¿Es que acaso el Destino me ama o me detesta?
¿Por qué me trae un regalo, oh fuerzas divinas,
Justo ahora que perdido lo creía? ¡Y aparece!
¡Cómo el Sol que gigante nace de Oriente!
Ojalá le pido a los dioses que mientras reposo
En la corona del Alba no me arrebaten
El canto de la luna en la armonía de la noche;
Oh, hálito místico del supremo Amor, el Gran Inefable;
Al tanto vivo el momento entre plumas
Y sostengo el firmamento con mis brazos,
Exclamo a los cuatro vientos: ¡Gracias Dioses!
¡Una Señal he pedido y una Señal ha llegado!
Se abre el Cielo ante mis deseos
Y veo el ojo del universo.
Y «Gracias», simplemente exclamo.
Y todo fue silencio; mientras el Sol brillaba.
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