Negras nubes sobre las parras
juegan con agua en los sarmientos
dejando sobre ellos un cúmulo
de humedad fina como cabellos
que dejan limpio sus tallos
como carreteras de silencios.
Desde la altura de mis ojos
no veo ni comprendo,
como solo en un momento
se cubrió de nubes bajas
todo aquel terreno de parras y frutales
y aquellos pinos viejos;
que las usan de coronas
y como tules de silencios.
Como una suave caricia
se mojaban mis canas,
y colgaban como perlas
o columpiando de las ramas
aquella lluvia tan fina
que como terciopelo acariciaba;
Se asoció a un joven manzano
en sus yemas encarnadas
que lucían como rubíes
brotando de las ramas.
Me sentí abstraído
un árbol más de la montaña,
mi mente trasladada
y mis ojos de telarañas llenos
por la oscura nube de agua;
nada podía ver entre el fantasma
de aquella sombra que me rodeaba;
Solo mi mente divagaba
entre tu cielo y mi montaña
y entre recuerdos percibí
otro milagro del agua.
Partí dejando las huellas
de mis plantas en el terreno,
viendo como se llenaban
con el milagro del cielo,
los recursos de sus vidas
que con el verano perdieron;
Agua bendita y milagrosa
riega sin pasarte nuestro suelo,
no te importen mis canas
tampoco la oscuridad de tu velo
porque la vida siempre ha sido
muy dependiente del agua..
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