Almas que vuelan


De prados de musgo
al calor del sol,
de suavidad entendida
solo, al tocarlos con la mano
enlazándola estrechamente.

De valles salvajes
donde el azul, prisionero,
recibe trato de dios,
al hundirse en su relieve.

De temores
derretidos al momento
al cruzar la sombra,
construida del deslumbre,
no del miedo.

De fiesta intima
con piel como música
y por letra sentimientos.

De tactos etéreos
que con el soplar del viento
ahora poniente, ahora levante,
llena los deseos
sin contacto.

De almas que vuelan
fuera de los cuerpos
para volcarse,
quererse,
sin ataduras carnales.


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