Me embriagué de aquel vino de miel

Me embriagué de aquel vino de miel

Me embriagué de aquel vino de miel
del capullo lunar que las hadas
recogen en copas de jacinto:
los lirones, murciélagos y topos
duermen en las grietas o en la hierba,
en el patio desierto y triste del castillo;
cuando el vino derraman en la tierra de estío
o en medio del rocío se elevan sus vapores,
alegres se tornan sus venturosos sueños
y, dormidos, murmuran su alborozo; pues son pocas
las hadas que portan tan nuevos esos cálices.


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