Cuenta un viejo cuentacuentos
de los que frecuentan posadas,
que hubo tiempo á quien de firme
sostuvo no creer en las hadas.
de los que frecuentan posadas,
que hubo tiempo á quien de firme
sostuvo no creer en las hadas.
“No tengo fe de que sean,
ni fe me dan sus leyendas.
No hay de pelo un mechón, una huella,
que me haga apreciar lo que cuentas.”
Tal incredulidad exhibía,
y tan suspicaz se mostraba
que la magia no reconocía
por no poder ser demostrada.
Triste y gris existencia,
que igual de triste acabó.
Sin fe, un alma está muerta,
así que sin alma murió.
Los que como yo soñamos,
de mágicos mundos sabemos.
Por ello, aunque no las veamos,
de cierto, en las hadas creemos.
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