Somos faros de luz en el mundo,
capaces de iluminar
en expansión infinita
cuando lo hacemos
desde el corazón.
Para ello es necesario
el equilibrio interno,
la aceptación de quiénes
somos en esencia y en materia,
la integración de ambas
en un solo ser,
que se ama y se respeta
en todas sus facetas,
en todas sus vertientes,
con todos sus matices.
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