Podría ser tu compañera del alma, tu ángel guardián, y susurrarte al oído lo que es mejor en cada momento, mientras tú prefieres escuchar al demonio, habitante del castillo donde te has encerrado y que tú mismo
te has construido.
Podría ser tu hermana, admirarte o creerme digna de tu admiración, salvaguardar tus penas con la intención de no cometer tus mismos errores, tus mismos deseos incompletos, y llenar tu cabeza con palabras
de ánimo que caerán en el mismo saco roto que tus esperanzas.
Podría ser tu madre y decirte esto en un vano afán de salvar mi orgullo maternal, para no sentirme culpable por haberte educado de la mejor forma que supe, pero al parecer con una sensibilidad extrema que
convierte en insuperable para ti este mundo de locos.
Podría ser tu hija y estar contándote esto para que te sientas mejor, para que veas que me importas, y que, pese a todas las discusiones que
las circunstancias nos han hecho tener, nada pueda cambiar el simple y profundo hecho de que te quiero.
Podría ser tu amante leal, y absorber con deleite tus miedos hasta convertirlos en los míos, sufrir cuando tu sufres porque no sé amarte de otra manera y darte inútiles consejos que tú desoirás porque la
confianza entre nosotros convierte mi supuesta sabiduría en otro de tantos monótonos discursos.
Sin embargo, aunque desee confiarte el secreto de tu destino, aunque te admire por cada uno de tus actos, de tus palabras, aunque tu vida limita con mi orgullo, tus errores los sienta como míos, y aunque te
quiera desde el miedo que confundo con el tuyo...
tan solo soy tu amiga...
y como tal te lo digo:
¡¡¡¡ Lucha !!!
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