Los sueños










Los sueños no deben morir,
cuando no existe la muerte.

Cuando todo parece vivo.
Cuando en los últimos coletazos
del verano aún se retrasa el otoño.
Y siguen floreciendo hojas de árboles
que siempre tienen frutas en las ramas.



Los sueños no deben morir,
cuando no queremos que nada perezca
como una última estrella que no quisimos
seguir pintando en los ojos,
porque quedaba demasiado lejos.

 Los sueños no deben morir,
cuando no existe la muerte.
Y ahora, tal vez, quisiera
no pensar, tal vez, demasiado
cuando tengo tantas
aún que vivir.



Creerme infinito,
porque el mar me espera.
Y no debe importarme ya
adónde lleve la raya del horizonte.

Porque los sueños no deben morir
siempre que la vida
siga despierta entre nosotros.


Luz

Luz. Siempre queda luz,
aunque todo parezca siempre
una habitación a oscuras

Luz. Luz siempre queda,
cuando nos queda algo de sol
en la mirada. 



Tan sólo se ha de aprender
a cerrar los ojos
sin quedarse ciegos
a la luz que siempre espera.
Al sol que siempre ansía amanecer
después de la tormenta


ME ESTOY YENDO

Me estoy yendo bastante rápido
como un leve suspiro
que casi no roza el aire.
Y se marcha

Me estoy yendo
raudo como el agua de un río
cuya corriente nunca se sabe
si volverá a fluir por el bosque,
después de la primavera

Me estoy yendo.
Y no es bueno, quizás,
que tenga demasiada prisa
por marcharme.

Hasta llegar a vivir.