Los sueños










Los sueños no deben morir,
cuando no existe la muerte.

Cuando todo parece vivo.
Cuando en los últimos coletazos
del verano aún se retrasa el otoño.
Y siguen floreciendo hojas de árboles
que siempre tienen frutas en las ramas.



Los sueños no deben morir,
cuando no queremos que nada perezca
como una última estrella que no quisimos
seguir pintando en los ojos,
porque quedaba demasiado lejos.

 Los sueños no deben morir,
cuando no existe la muerte.
Y ahora, tal vez, quisiera
no pensar, tal vez, demasiado
cuando tengo tantas
aún que vivir.



Creerme infinito,
porque el mar me espera.
Y no debe importarme ya
adónde lleve la raya del horizonte.

Porque los sueños no deben morir
siempre que la vida
siga despierta entre nosotros.


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