Nada permanece igual,
porque sería como hablar
de agua que quiere correr
en un río y se estanca
a acomodarse en la primera fuente.
Como una vasija siempre igual
que gira en un torno igual
en la misma esquina
de la misma calle de siempre
del mismo ceramista.
Todo cambia
como las huellas diferentes
de la espuma en la arena,
cada vez que baila la pleamar
en cualquier playa del mundo.
Nosotros también cambiamos,
porque nuestra vida
es revolución interna.
Un viaje sin destino
definido por la existencia humana.
Y nunca
seremos ahora los de antes.
Ni hoy los que podrán ser mañana.
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